Durante los años 90 reiteraron la idea de que la realidad no podía ser cambiada, que debíamos resignarnos al camino único neoliberal. Una cultura de la derrota, amnésica e hipócrita, caló hondo en los sentimientos de millones de personas. Pero otra realidad venía demostrando lo contrario a través de miles de actos individuales y colectivos. Con La Dignidad… he querido revelar las pequeñas victorias y hazañas cotidianas de los nadies, alternativas y propuestas solidarias que demuestran como este mundo puede ser cambiado.
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